26.2.13

Entrevistas 2.15 y un lema de cierre

Ayer, conversando con mi amigo Pablo Riberi -entre otros temas- sobre el uso de las redes sociales, me presentó el blog 'Saber derecho. Algo sobre teorías y prácticas del derecho' de Gustavo Arballo.
Me gustó puntualmente el Cuestionario16 con el que también Pablo fue entrevistado. Dicho cuestionario es tomado del famoso "Cuestionario Proust", y como comenta Arballo en su blog: "... resulta una versión para juristas. O sea, más parroquialista, más corta. La idea es trabajar sobre 16 consignas que indagan sobre aspectos biográficos y de opinión, y repetir, exactamente las mismas preguntas, a diferentes hombres y mujeres de derecho".
Obviamente, decidí copiar la iniciativa adaptada a mi blog y a temas de ciencia política. 

Proust y el Cuestionario.
Tiempo atrás he publicado en mi página de facebook El Cuestionario de Marcel Proust (1871-1922), quien fuera un escritor francés, autor de En busca del tiempo perdido.
El cuestionario:
"1. ¿El principal rasgo de mi carácter?
2. ¿La cualidad que deseo en un hombre?
3. ¿La cualidad que prefiero en una mujer?
4. ¿Lo que más aprecio en mis amigos?
5. ¿Mi principal defecto?
6. ¿Mi ocupación preferida?
7. ¿Mi sueño de dicha?
8. ¿Cuál sería mi mayor desgracia?
9. ¿Qué desearía ser?
10. ¿Dónde desearía vivir?
11. ¿El color que prefiero?
12. ¿La flor que prefiero?
13. ¿El pájaro que prefiero?
14. ¿Mis autores preferidos en prosa?
15. ¿Mis poetas preferidos?
16. ¿Mis héroes de ficción?
17. ¿Mis heroínas de ficción?
18. ¿Mis compositores preferidos?
19. ¿Mis pintores predilectos?
20. ¿Mis héroes de la vida real?
21. ¿Mis heroínas históricas?
22. ¿Mis nombres favoritos?
23. ¿Qué detesto más que nada?
24. ¿Qué personajes históricos desprecio más?
25. ¿Qué hecho militar admiro más?
26. ¿Qué reforma aprecio más?
27. ¿Qué dones naturales quisiera tener?
28. ¿Cómo me gustaría morir?
29. ¿Estado presente de mi espíritu?
30. ¿Hechos que me inspiran más indulgencia?
31. ¿Mi lema?"


Entrevistas 2.15 y un lema de cierre.
Mi propuesta se denomina Entrevistas 2.15 y un lema de cierre. Me propongo publicar semestralmente dos entrevistas entrelazadas. 

24.2.13

Neoliberalismo y Consenso de Washington

Algunos dirigentes de la oposición en Argentina actual, sostienen que las ideologías, o los parámetros derecha - izquierda, no deben tener relevancia en pos de detener las medidas populistas del gobierno nacional. No comparto tal perspectiva y creo que es importante recordar algunas líneas que he escrito en un libro publicado en 2004 por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.

El Neoliberalismo y los imperativos del Mercado.

"Para indagar sobre el surgimiento del neoliberalismo podemos encontrar sus orígenes en la segunda postguerra mundial como una reacción contraria al Estado de Bienestar, tanto desde el punto de vista teórico como político.
En 1944 Friederich Auguste von Hayek escribe “Camino de Servidumbre” en cuyo texto destaca el ataque a cualquier limitación de los mecanismos del Mercado por parte del Estado y, por otra parte, al Laborismo inglés en vísperas de las elecciones generales de 1945 en Inglaterra. (13) Luego, en 1947, en Mont Pélerin Suiza, Hayek convoca a los adversarios del Estado de Bienestar europeo y a los enemigos del New Deal y fundan la Mont Pelerin Society, foro intelectual y político de difusión del liberalismo en el ámbito internacional, junto a von Mises y Frank H. Knight entre otros. (14) El propósito de esa sociedad era combatir el Keynesianismo y el Solidarismo e ir preparando las bases de un capitalismo duro y libre de reglas, para ellos la desigualdad era un valor positivo.
Frente a la caída del modelo económico en 1973, los neoliberales afirman que “las raíces de la crisis estaban localizadas en el poder excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera más general, del movimiento obrero, que había socavado las bases de la acumulación privada con sus presiones reivindicativas sobre los salarios y con su presión parasitaria para que el Estado aumentase cada vez los gastos sociales”. (15)
Desde el neoliberalismo sostenían un Estado con la fortaleza y la capacidad de quebrar el poder de los sindicatos y, en el control del dinero, limitar los gastos sociales y las intervenciones económicas. La meta principal de cualquier gobierno debería ser la estabilidad monetaria, así consideraban necesaria la disciplina presupuestaria, la contención del gasto social, restauración de una tasa natural de desempleo, y reformas fiscales para incentivar a los agentes económicos.
Cabe destacar que para el Doctor en Derecho y Ciencia Política de la Universidad de Viena y Premio Nobel de Economía en 1974, Friederich von Hayek, la idea de justicia social es incoherente ya que no puede lograrse a través del Estado. Es preciso fomentar la Propiedad (la posesión de un hogar, la participación de accionistas en las empresas) como modo de garantizar la participación en el sistema de mercado. El movimiento ascendente en la escala social –la movilidad social- debe abrirse a todos aquellos que tengan voluntad de éxito y determinación de competir.
Acerca de las ideas del neoliberalismo (y tomando distancia de las mismas), en la tercera vía, Giddens anota las siguientes: - el centro que expresa con mayor nitidez las bondades de la civilización moderna es la Empresa capitalista; - la principal garantía de libertad individual y solidaridad social es un sistema de mercado competitivo; - la clave del éxito de la democracia en el contexto del estado mínimo es el individualismo económico; - el Gobierno debe tener una función sumamente restringida; - el principal objetivo del Gobierno es asegurarse de que el mecanismo que regula la producción de bienes y servicios continúe funcionando. (16)

El Consenso de Washington.

Las ideas neoliberales penetraron las dimensiones discursivas, culturales y políticas, en la más extensa amplitud del arco de partidos políticos y se ven reflejadas en las propuestas de los más diversos programas de gobierno. En este sentido, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial asumen un rol predominante condicionando políticas y ejerciendo la evaluación y el seguimiento a los procesos de construcción del “modelo” en los debilitados Estados nacionales.
Sobre finales de los años ´80 las instituciones surgidas en Bretton Woods convocaron a economistas y académicos a elaborar un documento que, luego, fue denominado “Consenso de Washington” y se convirtió en la agenda político-económica que ellas establecieron como paradigma dominante confiando en que el Consenso y el proceso globalizador aumentarían el crecimiento económico y disminuirían la pobreza y la inseguridad. El documento (17) contenía los siguientes puntos:

1) establecer una disciplina fiscal;
2) priorizar el gasto público en educación y salud;
3) llevar a cabo una reforma tributaria;
4) establecer tasas de interés positivas determinadas por el mercado;
5) lograr tipos de cambio competitivos;
6) desarrollar políticas comerciales liberales;
7) una mayor apertura a la inversión extranjera;
8) privatizar las empresas públicas;
9) llevar a cabo una profunda desregulación; y
10) garantizar la protección de la propiedad privada.

Si bien este documento no fue producto del debate de representantes de los Estados nacionales o la comunidad internacional, ha condicionado las políticas nacionales principalmente en los países de América Latina en los que se acentuaron las desigualdades socio-económicas, el desempleo y la pobreza, en un marco de corrupción estructural sin precedentes.
Las ideas y herramientas del neoliberalismo por un lado, y la globalización en cuanto proceso económico por otro, pueden considerarse estrechamente vinculados. En tanto proceso gestado en esa matriz ideológica, la globalización, también, es vista como una estrategia política del capital internacional para superar la crisis del capitalismo.
Pero no caben dudas que se trata de un proceso de transformación del espacio y tiempo que acompaña la revolución de las comunicaciones y la extensión de la tecnología informática en el marco de una profunda reorganización institucional y de redefinición del Estado que marca la tendencia a una nueva configuración del orden internacional en el siglo XXI."

Citas:
(13) Sader, Emir y Gentili, Pablo (comps.) “La trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social”, Clacso – Eudeba, Buenos Aires, 1999
(14) Sader, Emir y Gentili, Pablo (comps.) op. cit.
(15) Sader, Emir y Gentili, Pablo (comps.) op. cit.
(16) Giddens Anthony, op. cit. pág. 43
(17) Dallanegra Pedraza, Luis, “El Consenso de Washington de 1989”, elaboración en base al documento del Banco Mundial, en la web.

Fuente: DUARTE, Miguel A. (2004): "Neoliberalismo, transformación del Estado y Responsabilidad Social". En FERNANDEZ SUÁREZ, Edgar G. -comp.- (2004): La salida del Laberinto Neoliberal, la búsqueda de Vías políticas alternativas. Córdoba, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba y SIMA Editora. Pp. 79-93.

19.2.13

El Arte de Gobernar ...

"VI. El arte de gobernar.
Los gobiernos deben trabajar con vocación transformadora, convicciones y responsabilidad, atributos del arte de gobernar que no se visualizan de manera corriente en la actualidad. Como parte de las contradicciones y confusiones de la época actual se ha escuchado decir a gobernantes con roles principales a escala local, provincial o nacional, que no hacen política, o que sólo les importa la gestión, en síntesis tratando siempre de despegar sus protagonismos de aquello que la opinión pública observa como oscuro o hecho a espaldas de la gente. Con sus expresiones lejos de legitimar gobiernos, abonan más en contradicciones que resultan de enunciados falsos y obviamente concluyen en pronunciamientos falsos. Por ello, con el animo de aclarar el significado de gobernar, proponemos los siguientes enunciados sintéticos:

1. Gobernar es hacer política. Hacer política es imaginar y proyectar el futuro de una comunidad. La política implica el despliegue de sus faces: agonal y arquitectónica. Lo agonal se expresa en la construcción de poder, articulando acciones concretas entre el partido de gobierno, los partidos de oposición, más un amplio abanico de alianzas con fuerzas políticas, sociales, económicas y culturales que dinamizan la realidad. Lo arquitectónico se manifiesta en el proyecto político, ¿Qué queremos hacer?, ¿con quiénes lo vamos a hacer?, ¿con qué recursos contamos?, ¿Cómo avanzamos para obtener los resultados esperados? Se trata de formular y diseñar las políticas públicas prioritarias para la Ciudad, la Provincia y la Nación.

2. Gobernar es ampliar espacios de participación. El espacio público se fortalece involucrando a los vecinos en los procesos de toma de decisiones, generando mecanismos de participación para la resolución de problemas concretos. Quienes tienen la responsabilidad de gobernar deben tener la capacidad de articular intereses, demandas, y propuestas de distintos sectores de la vida en sociedad.

3. Gobernar es administrar. Administrar implica trabajar con una orientación política clara y con equipos técnicamente idóneos para llevar adelante las actividades de la organización estatal en sus diferentes ámbitos: local, provincial, regional, o nacional.

4. Gobernar es comunicar. La comunicación es clave en la actualidad. Cada Ciudad, Provincia o Región tienen una identidad y el mensaje surge de esa identidad colectiva. Hacer públicas las políticas y principalmente los problemas de la sociedad, ofrece a ciudadanas y ciudadanos los elementos necesarios para motivar a la participación y al diálogo en la búsqueda de consensos proyectivos."


Fuente: DUARTE; Miguel Angel -comp- (2012): Más allá de las urnas. Políticas públicas de integración social en el siglo 21. Editorial Académica Española, ISBN 978-3-659-05099-2.

9.2.13

Reflexiones sobre praxis política

"Reflexiones sobre praxis política y

políticas de Estado: el caso argentino".

Por Lic. Miguel Angel Duarte

“(...) acordamos con Paulo Freire que la política al igual que la educación requieren esencialmente del diálogo, y coincidimos en que una praxis es liberadora, si se expresa a través de la palabra pronunciada de manera genuina, verdadera, aquella que pone de manifiesto su capacidad tranformadora, aquella que al pronunciarse implica la denuncia de las injusticias del mundo. Por el contrario, cuando la palabra no es verdadera pierde toda capacidad de cambio, toda capacidad de transformación del mundo, y corre el riesgo de volverse una máscara utilizada para ocultar el ejercicio de la dominación por parte de los dominantes o simplemente resultar insignificante. Cabe subrrayar que el pronunciamiento de palabras de bajo contenido -en sentido discursivo- o sin sentido que suelen utilizarse en campañas publicitarias, intensas y costosas, v.gr. durante los procesos electorales, constituye una práctica corriente en sociedades que se sustentan culturalmente en el individualismo competitivo, y que llevan implícito el debilitamiento de los lazos de solidaridad y la sensación de imposibilidad de construcción de proyectos colectivos con autonomía.



IV. ¿Tiene sentido la política?

La política es esencial a la vida de los pueblos, aunque por su propio carácter variable, en la actualidad se inscriba en el rechazo de la ciudadanía o pierda su sentido. En efecto, observamos un marcado alejamiento de ciudadanas y ciudadanos de la vida política, que en alguna medida se podría asemejar a la crisis que motivara profundas reflexiones de una de las pensadoras más trascendentes del siglo XX: Hanna Arendt, quien ante los horrores que los totalitarimos y el avance en las técnicas de aniquilación causaron a la humanidad, preguntaba sobre el sentido de la política con atención a las razones para la formulación de dicho interrogante en pleno SXX:

“Nuestra pregunta actual surge de experiencias políticas muy reales: de la desgracia que la política ya ha ocasionado en nuestro siglo y de lo mucho mayor que todavía amenaza ocasionar. De aquí que nuestra pregunta suene mucho más radical, mucho más agresiva y mucho más desesperada ¿tiene, pues, la política todavía algún sentido?” (12).

La respuesta de origen es que “el sentido de la política es la libertad”. Ahora bien, las asimetrías entre países ricos y países pobres del planeta; las desigualdades sociales en el seno de las naciones; y las imposibilidades de acceder a una vida digna para gran parte de la humanidad; dan plena vigencia a la pregunta de Arendt. En relación a la profundización de las desigualdades el Primer Ministro de Noruega Kjell Magne Bondevik (13) señalaba lo siguiente:

“Aproximadamente el 23% de la población del mundo sigue viviendo en la extrema pobreza, con menos de un dólar por día; el 20% más rico de la población mundial obtiene el 83% del ingreso del mundo, y en los años noventa la desigualdad en la distribución del ingreso entre los diferentes países se hizo cada vez más pronunciada. Al mismo tiempo, los pobres corren mayor riesgo que las demás personas de padecer crisis, enfermedades y violencia. Por ejemplo, el 95% de las personas con VIH/SIDA viven en países en desarrollo. Sólo el 10% del total de los recursos mundiales dedicados a investigaciones médicas y sanitarias se destina a aliviar el 90% de la carga mundial en enfermedades. Pocas dudas caben de que los pobres, la mayor parte de los cuales son mujeres, figuran entre las principales víctimas de las recientes crisis económicas experimentadas en América Latina y otras regiones, y de que son mayoría entre las víctimas de los desastres naturales”.

Dicha descripción de la realidad nos permite sostener que la política está cargada de sentido por lo que ella deja sin resolver y también por lo que todavía puede resolver, todo ello forma parte del debate actual con miras al porvenir. Por esas razones concebimos la política con el ideal de vida buena, con una ética social que se constituye en un marco insustituible para el desarrollo humano, con la capacidad de crear condiciones favorables para que imperen la dignidad humana, la justicia, la solidaridad, la libertad y la paz.

Se trata de pensar la política en su sentido originario y promover la acción desde nuevos paradigmas que permitan superar el rechazo o la apatía actuales.

La política se identifica con el papel del Estado y el entramado de normas, instituciones, y elementos que lo constituyen, los gobiernos, las fuerzas políticas y la participación ciudadana, orientados a la resolución de problemas y conflictos públicos o que afectan a la comunidad, y que en pos de la cohesión social recurren a organizaciones o instituciones que a medida que adquieren más poder logran crear las condiciones para mejorar la vida humana en sociedad.

Sin embargo en la actualidad no es vista desde sus perspectivas más beneficiosas para el bien común, por el contrario, persiste la preocupación por la crisis de sentido que la misma experimenta. Uno de los analistas más agudos de la actualidad, Zygmunt BAUMAN (14), observa la realidad europea y dice:

"Si se desea descubrir el origen de la creciente apatía política, no es necesario buscar más allá. Esta política premia y promueve el conformismo. Y conformarse bien podría ser algo que uno puede hacer solo; entonces, ¿para qué necesitamos la política para conformarnos? ¿Por qué molestarnos si los políticos, de cualquier tendencia, no pueden prometernos nada, salvo lo mismo?".

Debido a la globalización neoliberal las fuerzas del mercado incrementaron su poder en progresión geométrica mientras que los Estados nacionales fueron cediendo poder y resultan débiles en el ejercicio de los controles a mercados que se amplían recreando viejas desigualdades y creando nuevas asimetrías entre países ricos y países pobres del planeta.



Fuente: DUARTE; Miguel Angel -comp- (2012): Más allá de las urnas. Políticas públicas de integración social en el siglo 21. Editorial Académica Española, ISBN 978-3-659-05099-2.