12.4.15

Metáfora, Fantasía y Simulación

Metáfora.
"Una técnica que coloca partes específicas en el contexto de un todo significativo es la metáfora. El pensamiento metafórico o analógico es el proceso de reconocimiento de una conexión entre dos cosas aparentemente no relacionadas entre sí. No procede linealmente, sino que salta a través de categorías y clasificaciones para descubrir nuevas relaciones. Si bien la metáfora no crea experiencia, aporta el mecanismo necesario para establecer una conexión entre los nuevos conceptos y la experiencia previa. No se aprende nada en un vacío; aprendemos algo nuevo descubriendo cómo se relaciona con algo que ya sabemos, y cuanto más clara es la conexión, más fácil y rotundo es el aprendizaje. Las metáforas son un mecanismo para forjar conexiones. La metáfora, es un “lenguaje” de ambos hemisferios cerebrales. Sitúan el concepto en el reino del mundo concreto, forjando una conexión entre el concepto abstracto y la experiencia del que aprende. Son, para la mayoría de personas, más atractivos y satisfactorios que la rígida definición unidimensional del diccionario. Ambas clarifican el concepto e invitan a la mente a explorar con mayor profundidad. El pensamiento metafórico es la capacidad para establecer conexiones entre dos cosas diferentes reconociendo que en cierto modo comparten un rasgo común o ejemplifican un principio común. La metáfora cumple varios cometidos útiles. Facilita un medio extremadamente eficiente para organizar y recordar información y, en vez de una lista de atributos separados, ofrece una sola imagen que contiene la mayoría de los atributos. Crea un eslabón entre la lista de atributos y nuestra propia experiencia".

La Fantasía.
"Fantasear es algo que todos hacemos, pero que relativamente pocas personas utilizan. La investigación en la resolución de problemas y la creatividad indica que esta pérdida es grave, puesto que los adultos efectivos y creativos hacen un uso frecuente de la fantasía para numerosas finalidades. La fantasía es una puerta a nuestro mundo interior, ese reino “mágico” donde la imaginación crea sus propias realidades sin que la obstaculicen las limitaciones con las que topamos en el mundo exterior. El tiempo y el espacio no plantean ningún problema a la mente. Puede permitirnos ser y hacer todo lo que la mente puede concebir. Una ventaja obvia del uso de la fantasía es que puede llevarnos a lugares que no podemos alcanzar por ningún otro medio. La fantasía puede estimular la implicación y con ello aumentar la motivación de los alumnos para aprender. Puede ofrecerles un nuevo punto de vista y un nuevo medio para recordar información, y puede producir una comprensión mucho más profunda, a nivel interior, que se recordará durante más tiempo que la presentación verbal de un texto o una conferencia. La fantasía tiene el poder de ayudar a ciertos alumnos a asimilar y utilizar una información que permanece inaccesible cuando se presenta en modalidades más propias del hemisferio izquierdo. Si bien la fantasía es un valioso instrumento de la enseñanza, es también una habilidad del pensamiento que todo alumno debe aprender a emplear. Además de ser una experiencia placentera y motivadora, la capacidad de trascender limitaciones físicas a través de la mente, de proyectarse a sí mismo en algo y explorarlo mentalmente, o imaginarse a uno mismo convirtiéndose en la cosa en cuestión, es una habilidad extremadamente importante para la resolución de problemas y otras tareas creativas. Toda lección que emplee fantasía busca como mínimo dos objetivos docentes: el dominio del tema en cuestión y el dominio de una importante facultad del pensamiento. El poder de la fantasía consiste en ofrecer los frutos del pensamiento del hemisferio derecho, y con ello facilitarnos los recursos de ambos lados del cerebro. Si pide usted a los alumnos que piensen en un nombre, responderán con información procedente del hemisferio izquierdo. Si les pide que se conviertan en nombre y digan qué sensación experimentan, buscarán las percepciones del hemisferio derecho. El pensamiento del hemisferio derecho tiene lugar sin un conocimiento verbal y, por consiguiente, somos menos conscientes de él. En la fantasía, recibimos imágenes del hemisferio derecho; es un proceso algo parecido al de ver una película. Desde luego, en una película el espectador no tiene control sobre las imágenes, en tanto que en la fantasía toda persona puede manipular y dirigir la experiencia. El grado de control que uno ejerce y la manera de ejercerlo tiene importancia. No es posible forzar una fantasía, e intentarlo con excesivo empeño bloqueará el flujo de imágenes, pero sí se pueden crear las condiciones que permiten a las imágenes del hemisferio izquierdo llegar fácilmente a la conciencia. La mente debe estar en un estado de atención relajada, alerta y receptiva a la imaginería interior. Ese estado receptivo es la llave de la fantasía. Se hace una sugerencia (“Estas dentro de una flor” o “Conviértete en una semilla”), y la mente espera que surja una imagen o una serie de imágenes. Las imágenes pueden ser percibidas visualmente o bien a través de otros sentidos, o pueden ser traducidas a una palabra o frase con tanta rapidez que las recibimos como un mensaje verbal, pero mientras que las imágenes y nuestra manera de experimentarlas varían según el individuo, el estado receptivo es constante. Usted no piensa en una flor o en un nombre; se imagina a sí mismo experimentando la cosa o convirtiéndose en ella. El punto de vista que asume durante una fantasía ejerce un impacto considerable en la experiencia. Puede usted imaginarse a sí mismo como un observador, o bien puede identificarse con el sujeto de la fantasía y convertirse en la propia cosa imaginada. Convertirse en la cosa que se está estudiando representa un reto algo más importante que el de observarla, pero la identificación estimula una implicación más profunda y personal. Aunque ambas formas de fantasía generan imágenes sensoriales internas, la identificación produce las dimensiones adicionales de la experiencia cinestésica y la respuesta emocional. Al establecer una conexión entre el sujeto de la fantasía y sus propios cuerpos, los alumnos utilizan pensamiento metafórico al tiempo que sensorial. El grado de implicación que experimentan los alumnos durante la fantasía es, en gran parte, función de la presentación que de la misma haga el profesor. Con ciertas finalidades, cabe que usted desee introducir fantasía en una lección normal, con pocos cambios en su desarrollo. Con otros fines, cabe que usted quiera que los alumnos se relajen y se suman en una fantasía algo más profunda, en la cual pueda usted orientar algunas imágenes. En el primer caso, no necesita tomar medidas especiales, pero debe saber exactamente lo que piensa decir para evocar la experiencia de la fantasía.
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La Simulación.
"La simulación es una técnica que sirve para crear experiencia a través de la cual los alumnos puedan aprender acerca de un tema. El profesor muestra una situación que sea análoga, en varios aspectos significativos, al fenómeno que se está enseñando, y entonces asigna papeles a los alumnos. Se establecen unas normas que permitan a los alumnos experimentar las dificultades inherentes en la situación, y con ello conseguir una mayor percepción del tema. La simulación y la representación de papeles se asemejan en varios aspectos, y comprender las diferencias entre las dos es menos importante que explorar su uso en el proceso de enseñanza. Ambas técnicas, pueden ser utilizadas para varios propósitos muy semejantes; pueden ayudar a estudiar temas específicos, y a fomentar un conocimiento propio así como unas habilidades interpersonales. Una diferencia entre las dos es la de que, en la simulación, los alumnos no se convierten en otra cosa. Los papeles que representan en la simulación vienen determinados por sus propias reacciones ante los obstáculos y las oportunidades que la situación ofrece. No se imaginan cómo respondería otra persona, tal como harían en la representación de papeles. Generalmente, se asocian las simulaciones con los estudios sociales, y numerosos juegos de tipo comercial se basan en este aspecto. Sin embargo, la simulación como técnica docente es aplicable a cualquier tema; a menudo, los profesores pueden preparar ejercicios más idóneos para las necesidades de sus alumnos y más apropiados para las metas docentes específicas, que los productos comerciales. La simulación puede utilizarse en todos los temas, desde la clase de estudios sociales en la que se exploran los resultados del poder, hasta la clase de ciencias naturales en la que se examina cómo se unen los átomos para formar moléculas simples. Para una clase de idioma extranjero sería preciso simular una visita a un café francés, exigiendo a los alumnos expresarse en francés, tal como deberían hacerlo si estuvieran en París. La simulación incluso puede emplearse para integrar a la vez varios temas."

Fuente: Manual de estilos de aprendizaje, 2004.

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