24.3.11

"Derechos humanos: una lucha cotidiana por la integridad de la nación". Por Federico Tissera Mariani





"Derechos humanos: 
una lucha cotidiana 
por la integridad de la nación".

Por Federico TISSERA MARIANI *

El secreto de la paz está en el 
respeto de los derechos humanos.”
Juan Pablo II
En nuestra actualidad cotidiana, particularmente en estas fechas y, particularmente en este primer decenio del nuevo siglo, nos es algo común oír hablar sobre “Derechos Humanos”, todos los días escuchamos noticias acerca de su violación, o de su exigibilidad, de protestas, de marchas, de todo un cúmulo de temas que se vinculan con este concepto tan particular.
Tal vez, percibir asiduamente esas dos palabras hace que uno se acostumbre a ellas, y no se permita ahondar en tan profundo significado que han tenido en todo el contexto internacional contemporáneo (en lo macro) y en la experiencia individual de millones de personas (en lo micro).
En este pequeño texto, no me propongo hacer un análisis de la realidad latinoamericana del último cuarto del siglo pasado, sino, más bien, precisar por qué ese concepto de Derechos Humanos es tan importante, a tal punto que cada cual, pueda hacer su propia reflexión en relación a lo que le toca vivir día a día.
Bien podemos concebir al concepto de Derechos Humanos como un concepto de Derecho meramente objetivo, en el sentido de un cúmulo de normas abstractas contenidas en algún texto normativo o, a mi modo de entender, creo que es más preciso hablar de Derechos Humanos, como realmente una noción plena de Derecho Subjetivo, como facultades y prerrogativas inherentes al individuo, plenamente exigibles por cada persona al resto de la sociedad en virtud de una causa relativa a la propia naturaleza humana, vale decir, como todo aquello que nos constituye, que nos forma como personas y que nos faculta a demandar el respeto y cuidado a toda la comunidad.
Interpreto que en este sentido utiliza el término la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, incorporada a nuestra Constitución en la supremacía de la pirámide jerárquica jurídica a través de la reforma de 1994. Nótese la importancia de esto, nuestro país se obliga a respetarlos y a exigir su respeto, y no sólo eso, sino que les da la calidad de ley suprema de nuestra Nación.
Tal declaración, preceptúa que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” prosiguiendo con la numerosa enunciación de todos aquellos derechos subjetivos que son plenamente exigibles, porque nos son inherentes por nuestra propia condición.
¿Cuál será entonces la naturaleza de estos derechos? ¿De dónde provienen?
Es basta la discusión doctrinaria y hay un sinnúmero de tesis al respecto, pero me parece pertinente señalar, a modo de reseña, aquellos autores que encuentran su origen en el Derecho Natural, otros que lo hacen derivar del Derecho Internacional Consuetudinario, otras corrientes que los consideran como un principio utilitarista, y otras que niegan toda posibilidad de encontrarles un fundamento plausible, como la tesis sostenida por Norberto Bobbio.
Es necesario, advertir hoy más que nunca, el hecho de que los Derechos Humanos son una protección de amplia salvaguardia para la integridad de la persona, pero que es necesario advertir que, muchas veces, aunque nuestro país, y muchos otros, adhieran a ellos desde el orden normativo, y les otorguen una jerarquía normativa del más alto grado, la realidad cotidiana nos hace ver que poco de lo que está en “los papeles” está en nuestra vida de todos los días.
Aún más, no podemos obviarlos, no podemos quedarnos sentados y esperar que “se nos reconozcan”, a más de imperativos jurídicos, los Derechos Humanos son facultades propias de cada uno, que debemos exigir, y hacer que se exijan, porque hacen a la propia constitución del ser humano. Es necesario que emprendamos una lucha activa y con conciencia histórica para demandar su respeto y su cuidado, pues nuestro deber como ciudadanos es mantener la integridad humana de nuestra nación. Luchar por ellos, demandar su cuidado, demandar nuestro cuidado, el propio y el de todos nuestros compatriotas de la gran patria que es Argentina, de la gran patria que está siendo Latinoamérica, y de la que esperamos que algún día sea el Planeta entero, para poder finalmente decir que, el Papa Juan Pablo II estaba en lo correcto.-

* Estudiante de Derecho de la Universidad Católica de Córdoba. Egresado (2008) del Instituto Católico “Nuestra Señora del Pilar”, de Pilar, dpto. Rio segundo, provincia de Córdoba.

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