Coincido
con Paulo Freire en su pronunciamiento acerca de que la palabra
verdadera transforma el mundo. Así lo dice el pedagogo:
“No
hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable entre
acción y reflexión y, por ende, que no sea praxis. De ahí que
decir la palabra verdadera sea transformar el mundo. La palabra
inauténtica, por otro lado, con la que no se puede transformar la
realidad, resulta de la dicotomía que se establece entre sus
elementos constitutivos.
En
tal forma que, privada la palabra de su dimensión activa, se
sacrifica también, automáticamente la reflexión, transformándose
en palabrerío, en mero verbalismo. Por ello alienada y alienante. Es
una palabra hueca de la cual no se puede esperar la denuncia del
mundo, dado que no hay denuncia verdadera sin compromiso de
transformación, ni compromiso sin acción.
Si,
por el contrario, se destaca o hace exclusiva la acción con el
sacrificio de la reflexión, la palabra se convierte en activismo.
Éste, que es acción por la acción, al minimizar la reflexión,
niega también la praxis verdadera e imposibilita el diálogo.
Cualquiera de estas dicotomías, al generarse en formas inauténticas
de existir, genera formas inauténticas de pensar que refuerzan la
matriz en que se constituyen.
La
existencia, en tanto humana, no puede ser muda, silenciosa, ni
tampoco nutrirse de falsas palabras sino de palabras verdaderas con
las cuales los hombres transforman el mundo.
Existir,
humanamente, es 'pronunciar' el mundo, es transformarlo. El mundo
pronunciado, a su vez, retorna problematizado a los sujetos
pronunciantes, exigiendo de ellos un nuevo pronunciamiento.
Los
hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el
trabajo, en la acción, en la reflexión. Más si decir la palabra
verdadera, que es trabajo, que es praxis, es transformar el mundo,
decirla no es privilegio de algunos hombres, sino derechos de todos
los hombres.
Precisamente
por esto, nadie puede decir la palabra verdadera solo, o decirla para
los otros, en un acto de prescripción con el cual quita a los demás
el derecho de decirla. Decir la palabra, referida al mundo que se ha
de transformar, implica un encuentro de los hombres para esta
transformación.”
FREIRE,
Paulo (2008): Pedagogía del oprimido. Buenos Aires, Siglo veintiuno
editores, Cap. III. 3ra. Edición revisada.
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