1.3.11

Es vital recuperar el valor de la palabra en las campañas electorales

Es vital recuperar el valor de la palabra en las campañas electorales

Por Miguel Ángel Duarte / Licenciado en Ciencia Política (UCC). Profesor de Derecho Político en la Facultad de Derecho de la UNC. Prosecretario de la Asociación Argentina de Derecho Político
A menudo las elecciones dejan un saldo negativo, principalmente,en lo concerniente a las campañas electorales.
Cabe recordar los escenarios abiertos en torno a las legislativas nacionales del 28 de junio de 2009 para señalar el predominio de “campañas electorales negativas”, diseñadas con el propósito de destruir la imagen del adversario mediante denuncias, querellas, calumnias, insultos y, como se dice comunmente, “ninguneo”.
En efecto, durante el año 2009 observamos afiches y publicidades de elecciones pasadas -por más de una década- cuyo propósito fue demostrar las carreras zigzagueantes de dirigentes que habrían hecho de la representación política una “profesión para sí”.
También escuchamos discursos apocalípticos: fraude, renuncia presidencial y profundización de la crisis. Además, tanto el Gobierno como la oposición jugaron la partida dispuestos al “jaque mate”.
Sin embargo, como se sostuvo en análisis posteriores a las elecciones 2009, una vez conocidos los resultados del 28 de junio -como en “Intermitencias de la muerte”, de Saramago-, no hubo “muertes políticas” a pesar de los vaticinios.
Resulta que en tiempos de campaña el juego político permite cualquier recurso con tal de llegar a la meta: el triunfo a cualquier costo. Y los ciudadanos se van acostumbrando al rol secundario de espectadores de escenas cargadas de euforia y sinrazón.
Con una posición dominante en el tablero electoral, algunos estrategas de campañas suelen trabajar sobre los defectos o debilidades de los adversarios políticos, potenciando en sus clientes-candidatos el uso de la descalificación para lograr -casi por descarte- un mejor posicionamiento ante el electorado y así el triunfo anhelado. Ello produce un marcado alejamiento o rechazo de los ciudadanos, hartos de los enredos y de las contradicciones que presentan los escenarios políticos.
Funciones
En una democracia sólida y estable, en la que impera el diálogo, las campañas electorales deben cumplir funciones de formación, orientación y persuación de los ciudadanos.
Con los niveles de deserción escolar secundaria que superan 30 % y con las falencias estructurales y presupuestarias del sistema educativo, se hace evidente la necesidad de formar ciudadanos con capacidad de elegir a sus representantes de acuerdo con sus programas de gobierno y con la capacidad de gestión, que demuestren en la conformación de sus equipos de trabajo.
La política no puede concebirse como un fragmento aislado de la realidad humana sino que debe visualizarse en sus múltiples interconexiones. En ese contexto, las campañas deben servir para orientar la voluntad ciudadana.
En efecto, los diagnósticos y la planificación participativa sobre la realidad política, económica, social e institucional constituyen el primer paso en la formulación de políticas para solucionar problemas concretos. Por el contrario, desorientan quienes desde la incapacidad para gestionar pretenden aprovechar los escenarios electorales con campañas de corto plazo sólo para asegurar su permanencia en los cargos.
Paralelamente, las campañas son mecanismos que deben servir para persuadir a los ciudadanos sobre todo el andamiaje de ideas y propuestas que dan sustento a un proyecto político que tenga como finalidad una vida mejor en sociedades cada vez más complejas.
Persuación
La persuación se logra con el respaldo de perspectivas ideológicas y debate entre diferentes visiones sobre del futuro de las ciudades, provincias y, en general, de la nación.
Aquellos que teniendo en sus manos el poder no logran persuadir, probablemente no han cumplido eficazmente sus roles o no han aprovechado la responsabilidad encomendada por el voto popular para generar confianza mediante la palabra.
Ésta juega el rol principal en la política. Así, llena de contenido el debate cuando se convierte en reflexión, motiva y estimula los espíritus de cambio cuando inspira a la acción y es esclarecedora cuando denuncia las injusticias del mundo.
Como dice el poema Las Palabras, de Mario Benedetti: “Si usted habla de progreso nada más que por hablar, mire que todos sabemos que adelante no es atrás”.
De cara a las elecciones, los cordobeses merecemos participar en un debate serio y responsable sobre las soluciones de los problemas de infraestructura urbana, sobre los servicios de salud colapsados, sobre la falta de cloacas, sobre los servicios de transporte urbano y, también, sobre la posición de Córdoba en la región y el mundo.
Ello justifica nuestro anhelo por campañas electorales diseñadas desde la palabra y no en su contra, como nos estamos acostumbrando.

* Exclusivo para el Diario Comercio y Justicia, publicado el Martes 1° de marzo de 2011.

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