Discursos Políticos.
Por Miguel Duarte
Los discursos políticos se estructuran a partir de una matriz ideológica fuerte, y expresan la praxis política en su doble vertiente de acción y reflexión.
Aún aquellos que sostengan reiteradamente que las ideologías no son importantes o que no deben ocupar un rol preponderante, incluso que ya no existen, al realizar pronunciamientos en ese sentido, lo hacen -conciente o inconcientemente- desde una matriz ideológica.
También, al expresar la acción y reflexión -que implican una praxis-, quienes realizan discursos políticos, lo hacen desde determinados contextos o situados en una realidad determinada.
Así vemos, que los discursos dados en tiempos de triunfos electorales suelen sonar vacíos de contenidos programáticos ya que lo importante suele ser el agradecimiento a quienes trabajaron y apoyaron alguna fórmula o gestión; o dar señales de amplitud para que el electorado y las fuerzas opositoras sientan tranquilidad y se encausen en la corriente principal de la sociedad.
Por otra parte, los discursos en tiempos de crisis tienen otro tenor, pretenden demostrar decisión, fortaleza, manejo de las turbulencias del poder, compenetración con las soluciones a los problemas más sentidos por la ciudadanía.
En todos los casos, se construye el discurso -o pieza discursiva- siguiendo una argumentación lógica que refiera a las cuestiones principales a resolver, para reflexionar, para decidir, para entender, para clarificar, o para generar consensos.
Y otra dimensión fundamental en la construcción del discurso, es la referida a los componentes no verbales. En ellos se juegan, a un todo o nada, la relación confianza-desconfianza que inclinará la balanza hacia el éxito o el fracaso del discurso y de quien lo emite.
Considerando que los temas que más afectan la realidad actual son, entre otros: inseguridad, eficacia en las políticas públicas y en los servicios, corrupción, negocios o beneficios personales de dirigentes o funcionarios relevantes; resulta dificil construir discursos comprensibles y confiables, sin tomar una posición racional y apasionada sobre las situaciones o respuestas concretas.
El entrenamiento en oratoria pública utilizando las herramientas que brindan la argumentación, la comunicación verbal, y la comunicación no verbal, marcan sin duda alguna la diferencia.
Y si la oratoria pública está revestida de una ética social, mucho mejor para abundar en la confianza pública.
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